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[INTERNATIONALISM] Moción final de la asamblea sindical del 12-7-2020 en Bolonia con vistas a una asamblea nacional de trabajadores combativos

Moción final de la asamblea sindical del 12-7-2020 en Bolonia con vistas a una asamblea nacional de trabajadores combativos

La reunión de delegados y trabajadores combativos, celebrada en la sede de SI Cobas en Bolonia el domingo 12 de julio en forma mixta (física y por visio-conferencia) debido a las regulaciones anti-Covid, contó con la participación e intervención de decenas de trabajadores y representantes de diversas organizaciones y áreas del sindicalismo de clase.

Del curso del debate surgió la convicción colectiva de que las condiciones están maduras para abrir una nueva etapa del sindicalismo clasista y combativo.

La profundización de la crisis social es de una magnitud nunca antes vista, con efectos catastróficos para la clase obrera que tenderán a manifestarse cada vez más en las próximas semanas y los próximos meses.

La verdadera hecatombe que se ha producido en los hospitales del Norte de Italia ha puesto al descubierto el colapso del sistema de atención de la salud y ha revelado la dinámica de súper explotación a la que han estado y siguen estando sometidos las enfermeras, los Oss (operadores socio-sanitarios) y los trabajadores de la atención de la salud en situación precaria.

En nombre de la sacralidad de la ganancia y del mercado, y aunque no funcionaran como servicios esenciales, miles de fábricas y almacenes han permanecido abiertos durante todo el pico de la pandemia gracias a las estratagemas de los códigos ATECO [que individualizan los riesgos de las actividades económicas, ndr.], y millones de trabajadores han quedado a merced de los contagios, la mayoría de las veces sin los más elementales dispositivos de protección y prevención.

Esta es una situación de emergencia que sigue manifestándose diariamente, como lo demuestran los numerosos brotes de contagio que se han ocurrido en Bolonia en la BRT [empresa postal, ndr.], la TNT [idem] y en muchos almacenes de la logística, y que confirman que la campaña de desistimiento llevada a cabo en los últimos meses por diversas manifestaciones del sindicalismo combativo era y es la única forma de proteger la vida y la salud de los trabajadores en el futuro inmediato.

Las medidas económicas adoptadas hasta ahora por el gobierno italiano para contener la crisis, a través de una combinación de medidas para socorrer a las empresas y una cascada de indemnizaciones por cese de actividades, han estado dirigidas únicamente a proteger las anancias, reduciendo severamente el salario y el nivel de vida de los empleados y del proletariado en su conjunto.

Al prejuicio de un Cig [seguro de desempleo, ndr.] que lleva a una reducción de los salarios de hasta el 50% se añade la burla de los retrasos en los pagos por parte del INPS [Instituto a cargo del pago de las pensiones, ndr.]: en un contexto en el que la mayoría de los empresarios se niegan a anticipar los pagos, decenas de miles de trabajadores y obreros se encuentran sin ninguna cobertura salarial.

La misma “prohibición de despido” establecida por el gobierno italiano representa un dique más simbólico que real, si consideramos que en muchos casos los patrones utilizan el pretexto de la “causa justificada” o del despido por razones disciplinarias para lograr una reducción de la fuerza de trabajo y para golpear a los obreros y a los trabajadores combativos.

Una verdadera ganga para los patrones, que a menudo y de buena gana utilizan (el test) IGC-Covid como herramienta para maximizar las ganancias, socializar las pérdidas y no pocas veces chantajear a los trabajadores, dejando a las vanguardias de la lucha o a las “voces incómodas” en casa.

Todo indica que lo peor está por venir.

Ante una caída de dos dígitos en el PIB, la estrategia de la Confindustria y los patrones es clara:

1) acaparar un vagón de ayudas y facilidades gubernamentales, dejando al Estado la tarea de dar (la mayoría de las veces sólo en el papel) unas pocas migajas a los millones de desempleados y a los nuevos pobres excluidos de la producción, todo ello a través de un nuevo aumento de la deuda pública que pesará sobre los salarios y la vida del proletariado de las futuras generaciones;

2) reducir ulteriormente los niveles de los salarios destruyendo lo que queda de los convenios colectivos nacionales de categoría;

3) eliminar cualquier barrera residual contra el uso indiscriminado de contratos precarios e intermitentes y de las múltiples formas de explotación con salarios de hambre. La supuesta amnistía gubernamental para los trabajadores inmigrantes va en esta dirección: establece el trueque de la renovación del permiso de residencia con la aceptación y legitimación del sistema ilegal de reclutamiento de la mano de obra campesina [el “caporalato”] y la explotación en el campo.

4) Imponer un nuevo control represivo sobre las huelgas y la actividad sindical en el lugar de trabajo. La militarización que hemos presenciado fuera de las puertas de TNT-Fedex de Peschiera Borromeo, con el uso incluso de la seguridad privada, y la actuación de la patronal dirigida a anular unilateralmente los acuerdos de empresa y a expulsar al sindicalismo combativo de las mesas de negociación, son señales claras en este sentido.

Frente a estas señales cada vez más tangibles, el panorama del sindicalismo de clase y combativo se halla considerablemente en retraso.

La necesidad de una verdadera reactivación de la lucha de la clase pasa por el desarrollo de un fuerte movimiento de trabajadores y explotados capaz de estar a la altura de la etapa actual y de los ataques del enemigo de clase.

En estos últimos meses, se han colocado nuevos protagonistas en el terreno de la lucha y el enfrentamiento fuera de la red del sindicalismo amarillo (de concertación): los trabajadores de la industria del espectáculo, los trabajadores de la salud en situación de precariedad, de las escuelas, de los oasis de explotación de las cooperativas y de las organizaciones sin fines de lucro, del turismo, de las comunicaciones, etc.

En los próximos meses, los golpes de la crisis tenderán a poner en movimiento fuerzas y protagonistas que hasta ahora han estado latentes.

Para hacer frente a estas dinámicas es necesario un cambio radical de ritmo en el sindicalismo de clase.

La exigencia inmediata de millones de proletarios no es el nacimiento “por decreto” de nuevas siglas sindicales, ni una mera sumatoria inter-grupos.

Por el contrario, lo que surge de esta asamblea es la voluntad de un recorrido de lucha común y funcional a la puesta en marcha de un nuevo proceso, verdaderamente incluyente respecto a la pluralidad y multiplicidad de las formas de los enfrentamientos actuales, dentro y fuera de los lugares de trabajo, que sea capaz de vincular la lucha sindical tradicional con los movimientos de los parados, de los ocupantes de viviendas, de los inmigrantes que hoy representan al mismo tiempo la principal fuente de extracción de ganancias en las fábricas, los almacenes y en el campo, y que (no por casualidad) constituyen el principal objetivo de la ofensiva reaccionaria y racista.

La crisis provocará cierres y reestructuraciones que en todo el mundo del trabajo y
especialmente en el Sur multiplicarán el ejército de desempleados y explotados sin ninguna protección.

Semejante escenario pone cada vez más al orden del día la necesidad de organizar y dar voz a estos sectores.

La unidad que necesitamos exige una base programática y consignas claras y reconocibles por las masas de trabajadores y explotados.

El proceso iniciado con la reunión de hoy tiene como objetivo iniciar un recorrido largo, participativo y claro en sus objetivos y perspectivas.

Para nosotros, los múltiples efectos de la Crisis-Covid pueden ser atribuidos y sintetizados en dos macro-cuestiones que están íntimamente ligadas entre sí: por un lado, la defensa y el aumento de los salarios, e indirectamente, por otro lado, la defensa de la salud y la seguridad en el lugar de trabajo.

Hoy más que nunca es necesario retomar y volver a levantar las consignas históricas del movimiento obrero: la reducción drástica de la jornada laboral a igualdad de salario; la defensa y mejora de los niveles salariales; el salario garantizado para los parados y la estabilidad de los trabajadores precarios; la plena cobertura de la salud y de la seguridad a partir de la exigencia del cierre de todas las empresas en las que se produzcan brotes de contagio; el cese de los innumerables contratos precarios y de hambre; la defensa, la reactivación y la aplicación efectiva de los convenios colectivos nacionales de categoría; la plena libertad sindical en el lugar de trabajo, no a la represión de las huelgas y las luchas; la abolición inmediata de todas las formas de discriminación contra los proletarios inmigrantes.

Estas reivindicaciones sólo serán verdaderamente factibles si el movimiento de clase es capaz de escapar del veneno del soberanismo [nacionalismo] y de las quimeras relacionadas con el gasto deficitario.

Los proletarios y los capitalistas no están ni estarán nunca en el mismo barco: o bien los proletarios podrán con la lucha hacer que los patrones paguen la crisis, golpeando las ganancias y las rentas, o bien los patrones nos harán pagar con intereses los costos de su crisis.

La magnitud del ataque en curso hace cada vez más evidente que la defensa de las condiciones de vida y de trabajo inmediatas no pasa solamente por conflictos, sectores o categorías individuales, sino que forma parte de una batalla más general (y por consiguiente política) contra la clase dirigente en su conjunto y sus leyes predatorias, racistas y represivas.

A partir de estas bases y de estas propuestas, nos proponemos iniciar un camino de
confrontación con todos los protagonistas de las luchas, sindicales y no sindicales, para llegar a una verdadera asamblea nacional de trabajadores combativos que se realizará el sábado 26 de septiembre, con el propósito de establecer un verdadero programa de lucha para el próximo otoño, capaz de aunar la articulación y el fortalecimiento de las luchas en curso con la perspectiva de un movimiento general contra las políticas de explotación, los despidos y la masacre social, y de conducir muy pronto a una verdadera huelga general y a una gran manifestación nacional que lleve al pie de los edificios gubernamentales la voz y la cólera de miles de explotados.

Para nosotros, los múltiples efectos de la Crisis-Covid pueden ser atribuidos y sintetizados en dos macro-cuestiones que están íntimamente ligadas entre sí : por un lado, la defensa y el aumento de los salarios, e indirectamente, por otro lado, la defensa de la salud y la seguridad en el lugar de trabajo.

Hoy más que nunca es necesario retomar y volver a levantar las consignas históricas del movimiento obrero: la reducción drástica de la jornada laboral a igualdad de salario; la defensa y mejora de los niveles salariales; el salario garantizado para los parados y la estabilidad de los trabajadores precarios; la plena cobertura de la salud y de la seguridad a partir de la exigencia del cierre de todas las empresas en las que se produzcan brotes de contagio; el cese de los innumerables contratos precarios y de hambre; la defensa, la reactivación y la aplicación efectiva de los convenios colectivos nacionales de categoría; la plena libertad sindical en el lugar de trabajo, no a la represión de las huelgas y las luchas; la abolición inmediata de todas las formas de discriminación contra los proletarios inmigrantes.

Estas reivindicaciones sólo serán verdaderamente factibles si el movimiento de clase es capaz de escapar del veneno del soberanismo [nacionalismo] y de las quimeras relacionadas con el gasto deficitario.

Los proletarios y los capitalistas no están ni estarán nunca en el mismo barco: o bien los proletarios podrán con la lucha hacer que los patrones paguen la crisis, golpeando las ganancias y las rentas, o bien los patrones nos harán pagar con intereses los costos de su crisis.

La magnitud del ataque en curso hace cada vez más evidente que la defensa de las condiciones de vida y de trabajo inmediatas no pasa solamente por conflictos, sectores o categorías individuales, sino que forma parte de una batalla más general (y por consiguiente política) contra la clase dirigente en su conjunto y sus leyes predatorias, racistas y represivas.

A partir de estas bases y de estas propuestas, nos proponemos iniciar un camino de
confrontación con todos los protagonistas de las luchas, sindicales y no sindicales, para llegar a una verdadera asamblea nacional de trabajadores combativos que se realizará el sábado 26 de septiembre, con el propósito de establecer un verdadero programa de lucha para el próximo otoño, capaz de aunar la articulación y el fortalecimiento de las luchas en curso con la perspectiva de un movimiento general contra las políticas de explotación, los despidos y la masacre social, y de conducir muy pronto a una verdadera huelga general y a una gran manifestación nacional que lleve al pie de los edificios gubernamentales la voz y la cólera de miles de explotados.